¿Qué se siente ser niños? La respuesta de los chicos

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¿Será posible sentir como niños, pensar como niños, vivir como niños?

Ya no. Para nosotros, los adultos, caducó ese hechizo.

Por más apertura mental o de corazón que pongamos en juego no podremos volver a vivir en estado de niñez. Cada año habitado, cada adversidad superada, cada amor, desamor, lágrima, desvelo, agotamiento, logro, cada experiencia; hicieron que el retoño que fuimos haya pasado a ser árbol. Es imposible desprendernos de tanta hoja y corteza que nos constituye, pero si no la tuviéramos no podríamos dar sombra ni protección.

Qué nos queda entonces, ¿mirar la niñez desde arriba? No necesariamente, nos queda la facultad de poder ponernos en el lugar del niño, que es la mejor manera de comprenderlos.

Imaginen que la mesa del comedor se hizo alta de repente, que cuando están sentados con un par de almohadones sobre la silla, esta mesa les da más o menos a la altura de los hombros. Si la imaginación no alcanza,pueden hacer el experimento de retirar la silla, ponerse en cuclillas y tratar de comer a ese nivel. Verán que se complica asir los cubiertos correctamente, no rozar la comida con la manga si se quiere alcanzar un vaso, o no volar con los codos , como diría mi abuela.

Yo prefiero apelar a la imaginación, pero quienes quieran seguir experimentando también pueden probar arrodillarse en un centro comercial o en plena peatonal y así comprobar lo fácil que es perder de vista a mamá y lo desesperante que resulta ver sólo piernas, piernas, todas parecidas, todas desconocidas. Y al intentar caminar con la cabeza levantada para descubrir el resto del cuerpo de mamá, ligar empujones y tropiezos por todos los flancos.

Ponerse en el lugar del niño no sólo implica amoldar nuestro pensamiento a su tamaño, escucharlos es imprescindible.

Muchas veces no tenemos la oportunidad de inmiscuirnos en sus conversaciones cuando están en grupo, alejados de la atenta mirada de los padres, que es uno de los momentos en que logran expresarse con mayor libertad , donde el pensamiento de uno potencia al de otro. Por ello “Qué hacemos ma?!” quiso invocar la complicidad de los cuentos y el debate, para preguntarles, para escucharlos, para resaltar sus opiniones sobre: ¿Qué se siente ser niños?

Al cobijo de los cuatro grupos de talleres literarios que coordino con chicos entre seis y once años, nacieron las frases que leerán a continuación, lamentablemente es sólo un extracto de las desprejuiciadas conversaciones que se dan entre niños en las que reina su encantadora espontaneidad.

“Es lindo ser niños, pero nuestros papás no nos dejan. No podemos hacer nada porque todo es peligroso. Yo quisiera saber qué hacía mi papá cuando era chico.”

“Mi abuela siempre dice en mi época no era así, los chicos no tenían tanta libertad, yo pienso que se confunde porque a mi no me dejan ni dar la vuelta a la manzana porque me puede pasar algo.”

“No se por qué nosotros podemos reírnos tanto y los grandes tan poco, encima me retan cuando me dan ataques de risa y me da más risa. Una vez lo contagié a mi papá y mi mamá se tuvo que reír nomás. A mí me encantó.”

“En un lugar oscuro la risa de un niño te puede salvar.”

“Colaborar en la casa es igual que trabajar y encima no te pagan y después dicen que los niños no deben trabajar. Sí ya se, soy un poco vago, pobre mi mamá.”

“Lo mejor de ser niños es poder jugar, y cuando vas a otro lado si hay algún chico seguro que podés jugar aunque no lo conozcas. Por ejemplo, cuando vamos al río mi papá dice busquemos un lugar sin gente, pero eso para mí no es divertido”.

“Cuando sos niño te das cuenta que las golosinas son riquísimas”

“Mi papá no entiende que podemos ser amigas de los varones y que no tiene nada de malo que los invite a jugar a mi casa, yo le digo somos niños pa, pero él no me explica por qué no quiere.”

“Es un poco lindo y un poco feo, lindo porque te divertís con amigos y feo porque te retan todo el tiempo.”

“Para mí es lindo porque mi mamá me lee a la noche y seguro que cuando sea grande no me va a leer más”.

“A mí me encanta que mi papá me puede alzar y a veces me sube a los hombros, en cambio a mi hermana que creció ya no la alza más”.

“No importa si sos chico o grande, lo importante es que nos divirtamos juntos. Si mi mamá o mi papá quieren jugar yo juego a lo que sea, pero siempre están ocupados.”

“A los niños nos gusta la naturaleza, los grandes deberían cuidarlas más.”

“Lo mejor es que podemos ver dibujitos y no necesitamos ver noticieros aburridos.”

“Por ejemplo cuando sos chico y te enfermás podés faltar a la escuela y te cuidan, si sos grande tenés que trabajar igual.”

“Cuando sos niño escuchás más fuerte las discusiones de los grandes, es horrible.”

“Si hacés algo bien te felicitan poco y si hacés algo mal, te retan un montón.”

“Los niños son una caja de sorpresas”.

En sus respuestas encontramos un espejo, porque ellas hablan de los adultos, de nosotros mismos. Y así como muchas veces pensamos que no podríamos vivir sin ellos, sus palabras centradas básicamente en la relación con los padres, nos demuestran que nosotros representamos lo mismo para ellos, somos la base sobre la que se sustenta su niñez. Escuchar, comprender, dialogar, es esencial en el rol de ser padres, quizás podríamos comenzar leyéndoles estas opiniones y preguntarles: “¿Qué te parece, estás de acuerdo? ¿Se te ocurre otra cosa?”.  Y si se animan, pueden continuar ustedes mismos esta columna aportando esas palabras que les digan, como estrellas que iluminan nuestro camino de adultos referentes y por qué no, tal vez cambiar algo.

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Analía Juan
Mamá de Mateo, un angelito que la cuida, y de María Celeste y Ana Victoria; gracias a ellas descubrió el camino de la literatura infantil, fue poner un pie y ya no quiso salirse de esa senda. Cree profundamente en el potencial creador de los niños y siente que leerles cuentos y poesías es otra forma de acariciar. Escritora, docente y Coordinadora de Talleres de Literatura para niños y adultos en Jesús María y Colonia Caroya, Córdoba, Argentina. Como Coordinadora de talleres literarios para chicos, ha conseguido que sus alumnos se destaquen, obteniendo en varias oportunidades primeros puestos en concursos nacionales como el destacado Concurso Literario Nacional “¿Quién apaga las estrellas?” del Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.

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