Por su ritmo, musicalidad, por la posibilidad de juego, por las imágenes que es capaz de suscitar, por las emociones y sentimientos que convoca, por el sinsentido, el humor, o por el placer sensorial que permite, la poesía es necesaria tanto para chicos, como para grandes. Y sin darnos cuenta está presente en la vida cotidiana, en los momentos más simples, en un hogar, en una plaza, en la escuela. Sólo es necesario aprender a ver las cosas con sus ojos, para ampliar la mirada y enriquecernos.
Con el fin de indagar en este género, que se difunde generalmente más a través de canciones que de libros, conversamos con las escritoras Olga Appiani de Linares, Carla Dulfano, Mónica López y María Martín, todas ellas escribieron poesías para niños o adultos, aunque preferimos decir que abordaron este género maravilloso y que disfrutaron haciéndolo, más allá de para quién hayan decidido escribir, de antemano.
Junto a las autoras, no sólo recordamos los aportes de la poesía a nuestro lenguaje, sino que intentamos definirla, y descubrimos diversas experiencias de la vida diaria vinculadas a ella; además, nos brindan consejos para incentivar la lectura de poesía en los niños y nos recomiendan algunos escritores y libros de poemas.
Varios puntos de vista confluyen en este texto que pretende revalorizar al género, y poner de manifiesto una vez más, que todos podemos hacer poesía, que ella está ahí para envolvernos con su calidez, posibilidad lúdica y potencia expresiva.
Poesía: juego, diversión, profundidad y belleza
“La poesía es una forma distinta de ver la realidad, una manera de explorar nuevos significados y nuevos mundos que puede ser divertida y a la vez, profunda. Siempre me gustó jugar con las palabras y me fui dando cuenta que me resultaba más fácil expresar cosas con la poesía que con la prosa”, define María Martín (autora argentina de cuentos, poemas y manuales escolares), cuando le preguntamos sobre el significado de la poesía para ella.
Para Mónica López (docente y escritora de literatura para niños y jóvenes), la poesía es “un punto de vista. Es un esqueleto, una estructura que sostiene sentido y belleza”.
En cada caso, la poesía llega a nuestras vidas de manera diferente, por diversas vías, pero una muy común es la que nos cuenta Carla Dulfano, también escritora infanto-juvenil: “La poesía llega a mí de la mano de la música. Toco guitarra desde los 10 años y trabajo en muchos colegios de maestra de música. Comencé componiendo canciones para comedias musicales y efemérides y terminé haciendo poesías para manuales de texto, revistas infantiles y literatura infantil”.
La música suele ser la puerta de acceso a los poemas cuando somos pequeños, o quizás algún autor que hayamos leído de más grandes, como en el caso de Olga Appiani de Linares, escritora cordobesa, quien recuerda que su “primer amor poético” fue Neruda con “20 poemas de amor y una canción desesperada” o “Los versos del capitán”.
Sus primeras poesías, afortunadamente perdidas según la autora, “fueron las de la adolescencia; por aquel entonces uno de los motivos principales era el amor o las ilusiones de esa edad sobre él; transité un poco, muy poco, otros temas, recuerdo que solía manifestarme movida por algún tema social del momento, o un evento traumático como el asesinato de Kennedy. Pero en general eran muy, muy malas. Hace unos años escribí unos cuantos poemas pensados para chicos, que Uranito seleccionó en una de sus convocatorias y fueron publicados en el libro “Cuentibichos y otras yerbas poéticas”. Me divertí mucho escribiéndolas, pero no sé exactamente qué me motivó a empezar la serie de peripecias de los bichitos, lo que sí recuerdo es que me gustaba usar el humor para contar un cuento pero bajo la forma de un poema”.
¿Quién no escribió un poema inspirado por el amor o el desamor? Muy propio de la adolescencia, etapa en la que los sentimientos, tan a flor de piel, necesitan ser expresados de alguna manera.
Mónica López, docente, publicitaria y escritora, nos cuenta una experiencia similar: “Las primeras poesías escritas nacieron en mi adolescencia y duermen en “mi diario” de ese momento, no tienen rima, ni métrica. Surgían de manera espontánea ante emociones o sentimientos que me movilizaban y, muchos aún hoy me movilizan. Escribo cuando busco una respuesta. A veces las preguntas pueden ser muy profundas y a veces no”.
Sus primeras poesías publicadas también fueron de la mano de Uranito, en las colecciones “Patitas· y “Libros al agua”.
Aportes de la poesía al lenguaje
María Martín responde sobre el efecto que produce la poesía en los chicos: “La poesía es una forma de expresión muy potente y esto a los chicos los moviliza. Más allá de que haya una historia o no, me parece que el vínculo que se establece en su lectura los va enriqueciendo. Con su carga emocional, con su música, desestructura al lenguaje y así sorprende al que lee. En pocas líneas, a veces se dicen cosas que son difíciles de nombrar, que no caben en la palabra. Ahí está la magia de la poesía y creo que los chicos disfrutan al leerla. Claro que, con relación al cuento o la novela, la poesía no es lo que más se lee, pero puede ser más reveladora. Cuando una palabra conocida aparece en un lugar distinto, uno en el que antes no estaba, abre un sentido nuevo y te coloca, también, en un lugar diferente del que tenías antes del encuentro con esa palabra”.
“La poesía tiene el plus del juego y la musicalidad. También la belleza del sonido como fin en sí mismo. Estamos acostumbrados a valorar las palabras conceptualmente y no sensorialmente”, afirma por otro lado, Carla Dulfano.
Mónica López también rescata lo lúdico de la poesía. “Es ágil y dinámica y a través de la rima se vuelve divertida, desopilante. Creo que es una manera de decir un montón con pocas palabras. De hecho, las canciones son poesía.
Cada género tiene su encanto, tiene su momento. Creo que la diversidad enriquece y es interesante acercarles todos los géneros a los chicos. Se complementan. A ellos les gusta cuando les leo algunas poesías de “Poesías voladoras” de Uranito, por ejemplo la de la lechuza o la lombriz que es modista, o los cóndores que son detectives. Creo que eso acerca a los chicos a la literatura. Les gusta, se divierten y quieren que se los vuelva a leer. La lectura es vincular”.
Olga Appiani de Linares, mientras tanto, dice no estar muy segura cuál es la recepción que tiene la poesía en los niños. “Creo que disfrutan de la musicalidad, el ritmo, el humor y el absurdo, pero no sé si, en la opción entre narrativa y poesía se decidirían por esta última. En cuanto a los aportes al lenguaje se da la incorporación de nuevas palabras, descubrimiento de las posibilidades infinitas del idioma, etc. Tal vez podría añadirse un factor lúdico y creativo más profundo que en la prosa, pero es probable que eso dependa más del texto en sí que de la forma elegida para realizarlo”.