Por Dr. Luis Omar Castro
Médico Pediatra
“No dejemos que la genética se exprese en el medio ambiente”
La obesidad es una enfermedad caracterizada por el aumento de la masa corporal, cuya magnitud y distribución condicionan la salud del individuo. Es crónica y multifactorial.
En todas las edades, el aumento de grasa abdominal se asocia a mayor riesgo de hipertensión arterial, dislipidemia, alteración del metabolismo insulino, glucosa, diabetes del adulto, apneas de sueño y grasa en el hígado.
La circunferencia de la cintura (CC) es una medida simple de la distribución de la grasa abdominal, una excelente herramienta de seguimiento clínico para pacientes obesos. Valora la composición corporal en función de los cambios de hábito.
Si el paciente mejora la calidad de la alimentación y aumenta la actividad física, es esperable que la CC mejore, independientemente del conocido IMC (Índice de Masa Corporal), que resulta de la división de la masa en kilogramos y el cuadrado de la estatura expresada en metros.
En mi columna de este mes, la idea es dejarles elementos que estén al alcance de todas las personas, no se necesita ser médico para comprenderlos, sino apelar un poco al sentido común, sin olvidar que hoy por hoy circula abundante información al respecto, muchas veces malintencionada, que confunde a la gente.
Como padres, madres, abuelos, tíos o adultos relacionados con niños, en sus casas, deben estar atentos a lo siguiente:
- Identificar síntomas asociados a la obesidad, comportamientos modificables de estilo de vida, alimentación y actividad física. Ejemplos: Si el niño se agita mucho cuando juega, cuando hace algún deporte como el fútbol, lo ponen al arco o en otros deportes en situaciones más pasiva; ó se pasa todo el día viendo televisión, jugando a la “Play”, “su única actividad es caminar del sillón a la heladera” como he escuchado a muchas madres en las consultas.
- Conocer la disposición del niño y la familia. Ejemplo: “En casa somos todos gordos o los abuelos son gordos, venimos de familia”, otras afirmaciones que ayudan a considerar cada caso de obesidad.
Algunas frases que suelen repetir los adultos una y otra vez, “qué se le va a hacer, es gordito de nacimiento”, “lo veo flaco, que coma total es chico”, son todos conceptos peligrosos que no se pueden tomar a la ligera.
¿Qué cosas preguntará el pediatra cuando consulten sobre obesidad infantil?
Aquí van los tips sobre los que el pediatra preguntará cuando consulten sobre obesidad infantil.
Antecedentes perinatales y de primer año de vida
- Lactancia/biberón
- Embarazo (peso materno, complicaciones del embarazo)
- Tabaquismo, peso de nacimiento (alto o bajo/edad al nacer).
- Incorporación de la alimentación complementaria (¿Cómo fue?).
Antecedentes familiares
- Obesidad de los familiares de primer y segundo grado.
- Alteraciones en la conducta alimentaria (depresión/ adicciones).
- Evaluar antecedentes patológicos ( esto es más específico y depende del pediatray especialista).
La ingesta de alimentos
Es necesaria la evaluación de la calidad, cantidad y comensalidad (grupo de alimentos, preferencias, alimentos rechazados, bebidas azucaradas, alimentos hipercalóricos)
Con respecto a la “comida comprada”, se debe valorar la porción y grupos de alimentos que se ingieren, con quién se come, dónde, etc.
¿Cómo combatir la enfermedad desde la familia?
Si la familia ampliada (abuelos, tíos, vecinos, escuela) cambia los hábitos alimenticios o de actividad física, se logran resultados a largo plazo. Los cambios deben ser graduados, pequeños y permanentes, las llamadas “dietas de obesos o rápidas”, están contraindicadas.
La obesidad es una enfermedad crónica, los controles deben ser frecuentes y se deben reforzar las pautas saludables en forma periódica. La familia debe adquirir hábitos saludables, la actividad física debe ser incorporada a la rutina. En lo que respecta a la alimentación, debe comprar alimentos saludables, conocer los grupos de alimentos y sus características. Planificar y organizar un menú semanal balanceado, completo y variado.
- Consumir frutas y verduras.
- Consumir fibra.
- Estimar porciones según la edad.
- Limitar las bebidas azucaradas.
- Limitar alimentos hipercalóricos.
- Estimular comidas en familia, evitar comer solos.
- Limitar comidas fuera de casa.
- Implementar el desayuno a diario.
- Evitar actitud restrictiva de los padres hacia los hijos.
- Resaltar conductas positivas y alentar al niño.
- Estimular actividad física espontánea (juegos acorde a la edad, plaza, patio escolar).
- Incentivar juegos desestructurados, jugar por jugar, al aire libre, etc.
- Programar actividades grupales no competitivas, donde todos participen, caminatas, paseos en bicicleta.
Los adultos deben estar muy atentos además a aspectos como la insatisfacción con el cuerpo que pueden sentir los chicos, no deben ser indiferentes, si notan signos de depresión, ansiedad, problemas con la interacción social y discriminación, también hay que actuar a corto plazo e informar al pediatra.
Por otro lo expresado, retomo la frase del inicio de esta columna ”no dejemos que la genética se exprese en el medio ambiente”.
La motivación es el principal factor para lograr un cambio conductual, promover hábitos saludables favoreciendo el surgimiento de sentimientos y pensamientos positivos en los niños y familiares.
Necesitamos pensar de una manera global, tener un enfoque general del tema obesidad infantil; sería fundamental que todos los aspectos aquí mencionados se consideren a la hora de la implementación de políticas públicas, planeamiento de ciudades, regulación del consumo e industria de alimentos, etc. La salud debe importarnos a todos, en todos los niveles (familia, escuela, comunidad, gobierno), empecemos por casa.