Nuestros niños y docentes: La experiencia de las clases en burbujas y con barbijo

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Foto, El país.

Parece mentira que el mundo se presente casi como una película de ciencia ficción a los ojos de nuestros hijos e hijas. Y todo se naturaliza de a poco… Si hubiera tenido que ponerme un barbijo a los 4 años como lo hace mi niña y tantos otros chicos de esta ciudad y del mundo para ir a escuela, ¿qué hubiera sentido?, ¿cómo hubiera influido eso en mi forma de percibir la escuela, el encuentro con la maestra, con los compañeros?, ¿en mi modo de ser niña, en mi infancia?

Hoy, esto parece normal pero en realidad no lo es, es una situación excepcional o debería serlo, una situación que ya lleva más de un año. -«Al menos ya no hay más aislamiento obligatorio», -me dicen algunos padres y madres-, «el año pasado fue terrible con las clases virtuales, sin poder salir de casa», recuerdan.

Está bien, es cierto, de algún modo se van encontrando soluciones o alternativas a esta pandemia, pero eso no quita que dejemos de pensar en lo que hoy tienen que vivir nuestros niñas y niños.

En relación a las burbujas que se implementaron en las escuelas de Argentina, una seño de Jardín me dijo: «Es lo que hay por ahora. Me sorprende de todos modos cómo los chicos aunque sean tan pequeños se van adaptando a la nueva escuela».

Es cierto que se les explica a través de cuentos y canciones qué es, cómo actúa el coronavirus y cuál es la forma de prevenir contagios, pero más allá de la explicación, a los chicos les cuesta entender que pueden ir una semana al cole y a la otra no… Imagino que cada caso será distinto, con cada niño o niña, una situación diferente. Pero el lazo social, el contacto con la seño y los compañeros se diluye bastante, porque no está ese día a día necesario para aprender y compartir en el aula.

Ni hablar de la distancia que los más pequeños están obligados a tomar respecto a sus compañeros y a la maestra. Muy difícil cumplir el protocolo en ese sentido: sin contacto físico, sin abrazos, sin ver la sonrisa o el enojo del otro, por el tapabocas.

Hace unas semanas, debido a la segunda ola de coronavirus que transitamos, las nuevas cepas que han entrado al país y la llegada del otoño y los primeros fríos, entrevisté a Oscar Atienza, un médico especialista que sabe del tema. Él no está de acuerdo con el regreso de las clases presenciales ni las burbujas, ya que considera -basado en datos estadísticos- que la escuela es un foco de contagio importante para el virus. Lo escucho pero hacia mis adentros, pienso: «Menos mal que los niños pueden ver a sus compañeritos al menos dos semanas al mes».

¿Qué pasa con los docentes? Una seño de nivel inicial dijo que con la máscara y el barbijo se le dificulta mucho hablar, y hasta respirar. «Es imposible proyectar la voz y termino gritando para que los niños me escuchen. Al final de la jornada termino muy agotada. Esto nos va a traer problemas a los docentes, también a futuro», aseguró.

Días anteriores, una profesora de secundaria me había comentado: «Es agotador, terminamos exhaustos. Se empañan las máscaras, las voces no se escuchan. Hay profes que ya dan clase con micrófono».

Otra profe, también de nivel secundario, contó: «Hoy di clases para tres chicos, pero ellos agradecían verle la cara a una profesora. Parece que lo virtual no les gusta nada. Las clases ya no son lo mismo, está todo muy raro con las burbujas».

Sigo pensado en cómo estos cambios afectan a nuestros niños y niñas y cómo influyen en la construcción de sus subjetividades, en sus infancias ¿Cómo será que los afecta no poder tener una experiencia de la escuela y de otros ámbitos sociales, como las que teníamos nosotros?

El deseo es que podamos combatir el virus lo antes posible, todos vacunados, con cuidados necesarios y verdadera conciencia social para terminar con las restricciones que molestan en el día a día y poder ver a los chicos más libres en las escuelas, disfrutando de su estancia allí, y espero, mejor de lo que lo hacíamos nosotros.

1 COMENTARIO

  1. En mi experiencia con el nene en jardin esta muy feliz de ver a sus compañeritos porque el esta creando sus vínculos pero mi hijo en primaria que ya conocía el funcionamiento normal esta sufriendo mucho esta nueva modalidad . Ambos van al IESS, y tienen estricto distanciamiento y eso lo frustra muchísimo ya no siente la escuela como era antes un lugar de encuentro conexión sensible sonrisas , ya eso no lo vive igual y a él le esta afectando . Espero pueda adaptarse y seguramente así será pero mientras duele no ver que va contento como era antes. Agradezco igual el esfuerzo de la institución y agradezco claro que al menos tenga dos semanas al mes clases con una docente capacitada en enseñar y que no se corte su proceso de aprendizaje.

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