El pasado mes de mayo, Nohemí Hervada, escritora, capacitadora, «Asesora de maternidad» (como le gusta llamarse), facilitadora de cursos, talleres y seminarios de desarrollo personal on line y presenciales, dio una charla en la ciudad de Rosario, sobre el desafío de conciliar la maternidad y el trabajo. Dado que la conferencia duró casi dos horas, no abordaremos aquí todos los puntos, pero intentaremos centrarnos en los aspectos más destacados.
La incorporación de la mujer madre al mercado laboral
Partiendo de esta frase y poniéndola en jaque, Nohemí Hervada abre una serie de preguntas para poner sobre la mesa el debate sobre la relación mujer-trabajo.
¿Realmente nos incorporamos al mundo laboral? Y antes, ¿qué hacíamos?, ¿conocen realmente a una mujer que no trabaje?, ¿qué significa decir que una mujer no trabaja? ¿Qué significa, en primera instancia, trabajar?
Cuando no existía el dinero y todos realizaban tareas para el bien común de la tribu, no se pensaba que la mujer no trabajaba: ellos salían a cazar, pero nosotras cultivábamos, tejíamos, cocinábamos y cuidábamos a los niños.
Pero en el sistema actual, existe la remuneración salarial. Y dado que el maternaje no se remunera, no se valora. El punto es que, las primeras que no ponemos valor, somos nosotras al decir que no trabajamos. Podríamos decir que «no salimos fuera de casa por un sueldo», o decir «Trabajo pero no me remuneran», como modo de generar conciencia. Pues lo esencial es comprender que hay muchos trabajos sustituibles, hay trabajos que van a desaparecer, pero nosotras como madres, somos insustituibles para la supervivencia de la especie.
El derecho al trabajo también es femenino
Muchas veces pareciera que tenemos que pedir permiso para poder participar en una porción de esa vida social, política, pública o empresarial.
Ahora bien, si como mujer competimos en un modelo que está pensado y tiene en cuenta características que nosotras por ser mujeres no tenemos, claramente estaremos en desventajas. Entonces ¿Qué opción tengo? Asumir esas cualidades masculinas y demostrarlas ahí. El problema es que allí nos convertimos en algo que no somos. Nos obligan a renunciar a lo que sí somos, olvidándonos lo que significa ser mujer.
Por lo tanto, tenemos que empezar a pensar en cómo abordar este derecho al trabajo desde una perspectiva femenina. No intentando competir con un modelo masculino, sino utilizando las características de nuestra femineidad.
Las renuncias de las madres
Las madres estamos constantemente renunciando: algunas a sus vidas, otras a sus hijos. Algunas intentan compaginarlo todo y renuncian a tener tiempo para ellas o para sus parejas. Algunas deciden renunciar al trabajo para implicarse de lleno en la maternidad; otras que deciden no hacerlo. Pero también hay casos de mujeres que quieren parar y no pueden permitírselo.
Hay muchas opciones de conciliación y cada quién definirá lo ideal para poder encontrar la respuesta a cómo disfrutar del trabajo sin renunciar a nada.
Aquí es donde Nohemí, en su blog Mimos y Teta, hecha luz sobre algunos puntos a tener en cuenta a la hora de pensar en la conciliación:
*La Maternidad no es una “carga” para aquellas mujeres que desean entregarse a ella plenamente. La “carga” es que la sociedad te penalice por esa decisión de forma económica, o a la hora de reincorporarse a la vida laboral.
*Los bebés necesitan una figura de apego principal los primeros meses de su vida, y ésta es la madre, que es quien gesta y alimenta con su cuerpo.
*La biología no entiende de roles ni de política, y es la madre la fuente de alimento exclusivo, sin horarios para el bebé, durante al menos 6 meses, en muchos casos 1 año o más. Separarla del bebé para que lo cuide otra persona es una afrenta a los derechos ya no de la madre, sino del bebé.
*Sustituir el tiempo de cuidado mínimo que necesita el bebé de su madre por el padre, no es la solución.
*El padre POR SUPUESTO, debe disfrutar de todo el tiempo posible, implicándose en el cuidado del hijo, pero no sustituyendo a la madre.
*Los hijos no deberían ser moneda de cambio para una sociedad ni para las familias, ni herramienta política.
*El día que se valore el cuidado a los hijos como lo que es: la base de la sociedad, encontraremos fórmulas reales de conciliar:licencias apropiadas en tiempo, remuneradas en su totalidad, no penalización a las madres, no penalización a los padres, trabajos que permitan hacerse mientras se cría, no invisibilización de la maternidad, no estigmatización de la maternidad, ni idealización tampoco.
*Hijos que nazcan en hogares donde les desean y donde los padres asumen la responsabilidad que conlleva, y ésta es buscar primero su bienestar, atendiendo sus necesidades, no las nuestras a costa de las suyas.
*RESPETO para todos. Principalmente para los niños, que son los perdedores siempre en estos temas.
¿Qué valor le damos como sociedad a la maternidad, a la paternidad?
Como reflexión final es importante entender que debemos cuidar como sociedad a las madres que cuidan. Entre todos tenemos que cuidar a las familias que crían bebés. No hay soluciones perfectas universales, pero por supuesto desde las políticas públicas se podría mejorar muchísimo la situación de las familias al respecto.
Sobre Nohemí Hervada:
El deseo de no delegar la crianza de sus hijos la hizo emprendedora y decidió hacer de su pasión su profesión y emprender en femenino, es decir, buscar la fórmula para conciliar vida profesional y familiar.
No la inspiran los modelos de éxito de mujeres que en realidad, lo que hacen es asumir roles masculinos dejando de lado todo lo intrínsecamente femenino y/o maternal.
Empezó su faceta de empresaria con un comercio on-line y actualmente dirije, además, varios proyectos internacionales de Formación de Asesoras, pioneros a nivel mundial: Asesoras Continuun. Recientemente publicó su primer libro «La maternidad sin tabúes».