¿Los chicos ya no leen?: opinamos del tema

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Frecuentemente me cruzo con la frase: “Los chicos ya no leen”. Y me quedo pensando, analizando esas palabras tantas veces repetidas. Hay frases que buscan generalizar y con la generalización no hacen más que evadir los problemas.

Quienes de alguna manera estamos vinculados a la literatura sabemos que los niños que aún se copan con un libro no son una especie en extinción.

Pero cuando se dice: “los chicos ya no leen”, el foco de la cuestión está en que “los chicos” no son criados por el viento, si muchos de ellos no saben disfrutar de la lectura alguna culpa debemos tener sus adultos referentes.

Nadie dice: “¡Que barbaridad, los chicos ya no se vacunan!” Y si fuera así, si no se vacunaran, ¿de quién sería la responsabilidad?, ¿de los chicos?

Es hora de pensar en que detrás de un niño al que no le gusta leer, hay una familia que quizás no lo llevó de la mano al encuentro con la lectura. Visualizar nuestros errores es parte de la solución.

El placer por leer se adquiere como en una escalera, es prácticamente imposible esperar que de repente a los diez años se suban diez escalones de golpe y se arranque con una novela.  Los primeros peldaños son indispensables y  por demás encantadores. El contacto durante los primeros añitos con el libro de dibujos tiernos, coloridos, imágenes que cobran vida con la voz de la mamá, el papá o los abuelos, hacen que los chicos comiencen a transitar la literatura con la misma normalidad con la que aprenden los buenos hábitos.

A medida que van creciendo también van cambiando los libros, las páginas aumentan al compás del largo de sus piernas. Es hermoso disfrutar de la lectura con los niños, permitirnos entrar con ellos a través de la puerta mágica de los cuentos o asombrarse ante una imagen poética.  A veces las historias no están en soporte papel, están en soporte cerebro que es como abrir un libro invisible. Los niños comienzan a vincular  los libros con las historias maravillosas, fantásticas, mágicas; que van prendidas como abrojo al afecto de la voz de quien se las narra. Con este anclaje de sentimientos y libros es imposible que un chico sea propenso a la bibliofobia.

 

 

Es cierto que la tecnología, algunas prácticas escolares y el precio de los libros a veces se transforman en obstáculos, pero existen las Bibliotecas populares, escolares y en algunos casos municipales que tienen sus puertas abiertas. Lo que no debemos olvidar es que nosotros, los adultos, somos quienes debemos enseñarles el camino.

Si queremos tener niños lectores debemos tener papás que decidan tomarse unos minutos para compartir lecturas.

Además, ese idilio de tener al pequeño sentado en la falda o compartiendo la almohada cabecita con cabeza, no dura muchos años, de repente los chicos crecen, se  independizan de nuestro cariño empalagoso y deciden irse solos con un libro bajo el brazo.

 

Sobre mí:

Nací el 21 de diciembre de 1975, estoy casada y tengo dos hijas de 9 y 7 años.

Mi profesión es Analista de Recursos Humanos pero dejé de ejercer para dedicarme a la familia y a mi pasión por escribir.

Hace seis años que participo en talleres literarios, y en tres oportunidades el Jardín de infantes Gendarmería Nacional editó libros con cuentos de mi autoría e ilustrados por Luis Enriquez, un artista plástico local (“El paseo de Tamañón”, “El camello de Baltasar” y “El canto de una hormiga”).

Hace 4 años que coordino talleres literarios para niños y gracias al entusiasmo de los chicos hemos obtenido grandes logros participando en concursos literarios.

En el año 2013 recibí una mención en el I Concurso internacional de cuentos para niños de la Editorial La Pereza de EE.UU.  Y otra mención de la editorial Autores de Argentina en su concurso nacional de cuentos.

Me apasiona la literatura infantil porque tengo la convicción de que en los niños está la semilla pero a la hora de escribir las palabras toman caminos insospechados.

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Analía Juan
Mamá de Mateo, un angelito que la cuida, y de María Celeste y Ana Victoria; gracias a ellas descubrió el camino de la literatura infantil, fue poner un pie y ya no quiso salirse de esa senda. Cree profundamente en el potencial creador de los niños y siente que leerles cuentos y poesías es otra forma de acariciar. Escritora, docente y Coordinadora de Talleres de Literatura para niños y adultos en Jesús María y Colonia Caroya, Córdoba, Argentina. Como Coordinadora de talleres literarios para chicos, ha conseguido que sus alumnos se destaquen, obteniendo en varias oportunidades primeros puestos en concursos nacionales como el destacado Concurso Literario Nacional “¿Quién apaga las estrellas?” del Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.

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