Como un testigo, un observador paciente y atento, la cámara de François Truffaut en “L’argent de poche” (1976) conocida en la lengua española como “La piel dura”, registra situaciones de infancia que pueden ocurrir en cualquier lugar del mundo, más allá del contexto en el que se cuentan las historias del filme: Thiers, ciudad francesa, años 70’.
Los niños se muestran en diferentes circunstancias de la vida diaria, frescos, traviesos, agresivos, remolones, perspicaces, divertidos, tristes; siempre bajo la mirada del adulto que no llega a comprenderlos tal y como son, muy pocos captan lo que significa ser niño o niña en su total magnitud.
En muchas situaciones son maltratados, subestimados, o simplemente olvidados o ignorados. Incluso también son ubicados dentro de las familias como un adulto más, asumiendo a temprana edad responsabilidades que hasta a un mayor le resultaría difícil afrontar con la madurez correspondiente.
Sólo un profesor de la escuela parece tener conciencia de los derechos de los chicos como personas inmersas en la sociedad, y les habla claramente a los ojos, cuando se hace público el maltrato sufrido por uno de los compañeros de la clase, por parte de su familia. Pero, mientras tanto, mientras la situación del niño no toma estado público, los indicios del maltrato adulto, su soledad, su cansancio excesivo y falta de motivación, son invisibilizados por todos: Director de la escuela, profesores, compañeros, vecinos; y de esta situación, el cineasta logra que el espectador tome nota.
A través del fluir espontáneo de sus personajes, Truffaut capta la picardía infantil, los berrinches, las más diversas formas de vincularse entre ellos y con los adultos. Tanto en la década del 70, como ahora, los niños desarrollan a su modo, maneras de sobrevivir al mundo adulto que según las épocas, va presentando distintos desafíos.
Pero en un u otro momento histórico, estén o no las infancias conectadas a las nuevas tecnologías y a las múltiples pantallas como sucede en la actualidad, lo que reclama el niño, sin importar lugar o momento, es atención, cuidado y protección de parte del adulto para que su soledad no sea un mal mayor que pueda afectarlo severamente en su vida.
Los espacios de la infancia: hogar, escuela, calle y cine -también podría ser un club, el cine en la película es visto como un lugar de encuentro con el otro, de socialización, y hasta de aventuras y por supuesto, de romance- están presentes en el filme.
“L’argent de poche” es una obra que tiene rasgos del cine documental, situaciones de la vida diaria se registran y funcionan casi como un documento del comportamiento infantil de la ciudad.
Su estructura narrativa es como un fresco, una pintura que da la posibilidad al espectador de observar con mayor o menor detalle a los personajes del cuadro, lo cual, en su conjunto, lleva a preguntarnos -¿por qué no? – también sobre el concepto de infancia. Esa noción socialmente construida, que se define respecto al mundo de los mayores, y a las condiciones históricas, sociales y culturales del contexto.
Pero sin lugar a dudas, y remitiéndonos más al costado filosófico del ser niño, podemos decir que la infancia es la etapa del asombro, del descubrimiento, de la inocencia y la sagacidad al mismo tiempo, de la mirada optimista de la realidad – o al menos así debiera ser en los primeros años de vida de cualquier ser humano.
La película del realizador francés nos permite además, si somos adultos, identificarnos con sus personajes, recordarnos como niños, reflexionar sobre el lugar de los chicos en la sociedad, sobre la infancia de antaño y la de ahora, qué cosas se mantienen y cuáles han cambiado para bien o para mal, o lo más importante aún: si hemos avanzado en materia de niñez, y qué es lo podemos hacer desde nuestro lugar de padres, familiares, docentes, etc.
Desde el lugar de niños, el filme será como verse al espejo con la posibilidad de ver reflejos similares o quizás contrapuestos, reconociendo al otro como igual o como diferente, pero con los mismos derechos y con el respeto que todos merecemos, el tan difundido pero poco practicado respeto por la diversidad.
Hay adultos que consideran que éste es un filme sobre niños y no para niños, honestamente pienso que en él, los chicos no verán situaciones más violentas que las que afrontan día a día en cualquiera de los espacios en los que transitan o con las que toman contacto mediante las pantallas que manipulan. Al contrario, la película muestra sutilmente, abre la posibilidad de preguntas posteriores, sugiere.
Es una obra para compartir en familia, para abrir las puertas del diálogo, profundizar en distintos temas y tratar de contestar preguntas que surjan a partir de ella.