Halloween, fecha que acarrea tantos conflictos en nuestra sociedad. No escribo para defender ni para defenestrar la fecha, escribo porque convivo con la palabra de los niños y noto que algunos adultos nunca se sientan a pensar en algunas cosas que les dicen.
No sé que le pasará por la cabeza a una persona mayor a la que se le ocurre ir a un cementerio disfrazado, pero sí sé lo que lo que pasa por la cabeza de un niño cuando se pone una careta y una capa, o se pinta la cara de blanco con los ojos negros y créanme que no tienen intenciones satánicas. Lo hacen para divertirse, para reírse de los personajes que asustan, porque no tienen miedos inculcados, porque es gracioso.
¿Por qué se les ocurre que si alguien se pone la careta de un santo lo está burlando y si se pone la careta de un diablo lo está celebrando? Es contradictorio. No logro comprender cuál es el afán de alimentar el miedo en los niños, qué mejor que tener chicos que puedan burlarse del monstruo que duerme debajo de la cama, del zombi que sale con la luna o del colorado con cuernos y tridente. El miedo quita la libertad de acción y de pensamiento.
Para las religiones es necesario que exista el temor porque ellas mismas cuentan con el antídoto que lo combate. No creo que esté mal diferenciar entre el bien y el mal, pero de ahí a decirle a un niño que por ponerse una careta está alabando al demonio, que esas cosas no le gustan a Dios y que lo va a castigar, se pasan de la raya. Acostúmbrense a ponerse en el lugar del niño, algunos chicos sufren mucho cuando se quedan solos con su cabecita en la almohada pensando que han hecho algo muy malo y que hasta el ángel de la guarda los va a abandonar.
Hay personajes que ha creado la literatura y pueden disfrutarse sin condicionamientos, aunque tengan colmillos o cuernos. Los cuentos de terror en la literatura infantil tienen la particularidad de recurrir al ridículo y al humor, hay vampiros que sufren por ser vegetarianos, momias que se desatan y hasta diablos que se equivocan en las maldades porque están perdidamente enamorados.
No les priven a los chicos de disfrutar de la libertad de divertirse sin turbaciones, y con esto no digo que los incentiven a festejar Halloween, digo que no manipulen la inocencia de su infancia.
La imaginación a veces tiene alas de murciélago, alas con plumas o alas de avión. Lo importante es que la dejen volar.
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