Hacer de cuenta que el otro no existe más o que no me importa, cortando todo tipo de comunicación sin haber hablado antes del tema con ese otro o sin dar explicaciones. “Clavar un visto” y no responder, bloqueando a alguien que conocemos y con quien tenemos o tuvimos un vínculo. Desaparecer de las redes sociales para una persona, evitándola y anticipándose de ese modo a un duelo por la ruptura inminente de la relación, o por diferentes motivos, es moneda corriente en tiempos actuales.
El fenómeno social, -aunque existe desde hace muchísimo tiempo-, quizás desde que el hombre comenzó a gestar relaciones con sus pares en sociedad, hoy se lo conoce como ghosting y tiene un fuerte impacto en la subjetividad de las personas en épocas de virtualidad, redes sociales y distanciamiento social, para sumarle otro factor que pesa en el contexto actual.
Con el propósito de ahondar en el tema, hablamos con la licenciada en Psicopedagogía con formación en psicoanálisis, Ana María Tallar (MP: 120151), quien abordó la práctica, sus efectos en las personas, y brindó algunas pautas para humanizar las relaciones humanas, hoy tan mediadas por la tecnología.
Ghosthing es una palabra de origen inglesa que viene de ghost (fantasma). “Fue acuñada por primera vez en un artículo periodístico del 2015, para nombrar al acto de cortar de un modo intempestivo todo tipo de relación con alguien, con quien se ha tenido un vínculo (formal o informal)”, desapareciendo sin decir nada. Esto es bloqueando el WhattsApp, el Facebook u otras redes sociales”, explicó Tallar en relación a lo que significa el fenómeno.
En términos sencillos, “es hacer que el otro se convierta en un fantasma. De esa manera se lo invisibiliza, desapareciendo sin dar explicación. Es la forma de terminar el vínculo cortando todo tipo de canal de comunicación”, añadió.
“Antes sucedía que no se contestaban los llamados telefónicos, o alguien iba a la casa de la persona y esta decía no estar”, recordó la profesional sobre las formas en las que se invisibilizaba al otro en el pasado.
Los motivos del ghosting
Desde el punto de vista del psicoanálisis, sobre el por qué una persona decide hacer ghosting, la psicopedagoga expresó: “Tomamos a la singularidad como algo muy importante. En cada situación, en cada sujeto, vemos qué acontece para que esta sea la forma en que ese sujeto tenga o decida terminar un vínculo con alguien”.
Y explicó: “El ghosting en algunas situaciones puede significar la dificultad de entrar en contacto con el otro, o una huida del encuentro porque no se puede explicar o sostener lo que para la otra persona pueda representar esa ruptura: angustia, dolor, reclamo, demanda, procesos que ocurren ante la finalización de la una relación”.
También puede suceder que una persona, ante el temor del abandono por parte del otro, abandone primero. “Quizás alguien no pueda avanzar en sus vínculos por el temor del abandono del otro. También puede suceder que una persona se vaya de una relación en la que tal vez nunca haya estado, en lo que a compromiso se refiere”, agregó la profesional.
Contacto cero en situaciones violentas
Luego, Tallar aclaró que en algunas situaciones especiales de violencia, el contacto cero entre personas es necesario: “Hay situaciones, por ejemplo, donde es vital irse de algunas relaciones que hacen daño. Muchas veces, habiendo intentado hablar el tema personalmente, para tratar de que el otro entienda las causas de la ruptura, no se logra comprender los motivos de la misma y lo que ocurre es insistencia, agresividad, llegando incluso a situaciones de acoso. En esos casos es necesario alejarse contundente y taxativamente del otro”.
No obstante, en esas circunstancias, se estaría ante la presencia de un vínculo que excede el fenómeno del ghosting, donde muchas veces hubo explicaciones para ese otro, que no quisieron ser oídas.
Efectos y consecuencias del ghosting
En relación a los efectos que produce el ghosting, Tallar, comentó que la persona que fue invisibilizada sabe que quien la borró de las redes no está en problemas. “No es que le haya pasado algo. Tarde o temprano se da cuenta que está siendo evitada. Esto produce angustia, quebranto, desesperación, enojo, o puede generar en las personas determinados actings como buscar al otro insistentemente, lo que quizás no se realizaría en ningún otro caso, sino que surge como consecuencia de ese abandono intempestivo”, sostuvo.
No ser tenido en cuenta puede generar esos estados. “En muchas ocasiones la personas revisan una y otra vez lo que dijeron y lo que no, lo que hicieron y lo que no, para que el otro haya tomado una decisión tan drástica de no dar explicaciones y huir”, explicó Tallar.
Humanizar los vínculos
Según la psicopegagoga, para evitar el ghosting es necesario ir al encuentro de la otra persona y comunicar por qué debemos cortar con ella o con él. “Es tenerla en cuenta, y tener en cuenta también que es necesario sostener la disolución de esa relación hasta que esta se vaya disolviendo. Tiene que ver contener, tener en cuenta el proceso del otro y tiene que ver con la humanización de los vínculos”, manifestó.
En tal sentido, sería clave “acompañar al otro en el proceso de la ruptura en un principio, ser claro, poder mirar a los ojos, responder a las preguntas que tenga para hacer y poder comunicar los motivos por los cuales se elige tomar la decisión de terminar el vínculo”.
Hacerse cargo para vencer al desamor
Sobre la cuestión de la deshumanización de los vínculos, los psicoanalistas franceses Jacques Allain Miller y Eric Laurent en su libro El Otro que no existe y sus comités de ética, hacen un interesante aporte que Tallar destacó. “Estos autores hablan de que no todo pasa por mí, por cómo lo siento, por cómo quiero hacer las cosas, sino que todo aquello que de alguna manera hago, tiene un impacto, una consecuencia, un efecto en el otro. La propuesta es hacerse cargo”, señaló.
“Hacerse cargo de terminar las relaciones considerando al otro en este momento está en crisis, como desaparecido, es como si hubiera una agonía del eros. La agonía del amor, me refiero a ese amor que tiene en cuenta al otro. El amor que significa escuchar, mirar, alojar al otro y entrar en una relación donde el otro tiene un lugar para otro”, concluyó la psicopedagoga.
Nota publicada anteriormente en Carlos Paz Vivo!