En esta edición de Qué hacemos má? incursionaremos en el mundo mágico del mimo, un arte que si bien no abunda en nuestra ciudad y alrededores, tiene gran arraigo y tradición en la cultura occidental.
¿Qué son los mimos?, ¿cuándo aparecieron?, ¿a qué se dedican? Intentamos develar estas y otras incógnitas, para ello conversamos sobre el Mimo con Daniel Cacharelli, Roberto Alazraki y Marcela Osorio, integrantes de Teatro EL Cisne, quienes hace muy poquito estrenaron “EnSueños, 7 Mimodramas Mágicos”.
QHM:-¿Qué es un Mimodrama?
-Mimodrama es un relato escénico, realizado a partir de gestos, movimientos corporales y expresiones, es decir mediante mímica, sin utilizar palabras o diálogos.
QHM:-¿Cuál es el origen del mimo?
-En occidente, la mímica dramática se desarrolló durante los imperios griegos y romano, formaba parte de los recursos de la representación dramática con máscaras y el respaldo de un coro y músicos, con monólogos y diálogos. Pasó al teatro romano haciéndose muy popular como sátira de hazañas militares y relatos épicos.
Durante la Edad Media algunos juglares conservaron parte de esos recursos mímicos en sus narraciones (leyendas del folklore tradicional y baladas épicas). En el siglo XIV se populariza el drama Nō en Japón, género teatral que comparte muchas características con la pantomima moderna. La mímica dramática llega a su máximo apogeo en la Commedia dell’Arte italiana, donde los actores usaban máscaras llamativas durante sus escenas humorísticas.
QHM:-¿Y en Argentina?
-Según nuestra indagaciones, el mimo hace su aparición formal en nuestro país en la ciudad de Buenos Aires a inicios de la década del cincuenta. Entre varios puñados de jóvenes actores interesados en el mimo se encontraban dos que luego se convertirían en referentes: Roberto Escobar y Igor Lerchundi, quienes en 1959 formaron la «Compañía Argentina de Mimos». El otro maestro indiscutido es Ángel Elizondo, quien en 1964 vuelve de sus estudios en Francia y funda en Buenos Aires la “Escuela Argentina de Mimo, Pantomima y Expresión Corporal”, primera en su género en el país. Hoy dicha escuela se conserva, llamándose “Escuela Argentina de Mimo, Expresión y Comunicación Corporal”.
Escobar y Lerchundi crearon en 1973 el Mimoteatro de Buenos Aires, uno de los primeros teatros dedicados al Mimo en toda América y uno de los pocos existentes en el mundo, en donde sigue funcionando su Escuela de Mimo. En 1994, crearon la cátedra de Mimo en la Escuela Nacional de Arte Dramático, donde formaron el Taller de Mimo.
En Córdoba, bajo la influencia de Marcel Maceau, hubo en la década de los ochenta dos maestros destacados: Joty Carthy y Ricardo Salusso, quienes a su vez establecieron dos vertientes distintas, creando sus propios espectáculos y formaron algunos mimos, muchos de los cuales aún continúan su labor.
En la actualidad, si bien se desarrollan talleres y seminarios dedicados al arte del mimo, éste no forma parte de las currículas en las diversas instituciones dedicadas a las Artes Escénicas en nuestra ciudad, tal vez sea necesario preguntarnos por qué.
Nuestra Mirada
“EnSueños” es el nombre de este nuevo espectáculo estrenado en Sala Fresca Viruta, compuesto por historias breves llamadas Mimodramas, producido por teatro El Cisne. Diversos personajes y situaciones son representados por los actores-mimos Roberto Alazraki y Daniel Cacharelli, acompañados en esta oportunidad por la actriz Marcela Osorio.
Podríamos definir al mimo como un arte que esencialmente construye imágenes sobre un escenario a partir del cuerpo del actor. Y en “EnSueños”, los integrantes del grupo El Cisne nos invitan bajo el tornasol de la luz, a compartir imágenes y acciones prolongadas en el tiempo. Son acciones que en su transitar cuentan historias, actitudes escondidas en movimientos mínimos, impresiones de energía y emoción plasmadas en la vitalidad de la escena.
Alazraki y Cacharelli son mimos clásicos, de formación consolidada, que proponen y comparten sus imaginarios con los espectadores, recreando desde este lenguaje universal, situaciones contemporáneas y cotidianas con una original óptica. En este nuevo trabajo se les suma una desopilante servidora de escena, interpretada por Marcela Osorio, quien en clave clownesca llega para jugar y entre gags y malentendidos, invita al público a sumarse en cada nueva historia que ella misma enlaza.
La trama de cada mimodrama puede ser divertida y gozosa, melancólica y confusa, o tal vez llena de entusiasmo y vitalidad. Un duende, una marioneta, un hombre que sueña, un cliente y el mozo del bar, una sombra algo alocada, son los protagonistas de algunas de las escenas de este sorpresivo espectáculo. Objetos mágicos, efectos visuales, música, ficción y sobre todo mucha imaginación, son los componentes de esta nueva puesta en escena de Teatro El Cisne. Juntos, sus integrantes crean un mundo imaginario para cada uno de los espectadores, los cuales son de diversas edades.
Los personajes se relacionan con los objetos serenamente, ofreciendo a los espectadores conceptos poéticos sencillos pero profundos, de gran economía gestual. El vestuario y los objetos son de gran versatilidad, así como la música, de ajustada y oportuna selección. Relato tras relato, vemos cómo el misterio inunda las acciones, el tiempo parece crear otra dimensión, tal vez porque fundamentalmente es el cuerpo el que da vida a estas escenas, generando, al decir de Etienne Decroux, una poética nacida de lo invisible.
A nuestro entender, los mimodramas La Marioneta, sobresalen por la autonomía creativa y la condensación de la acción, en donde Daniel Cacharelli y Roberto Alazraki seducen con su técnica precisa y vital, así como en el manejo de los objetos, logrando que el imaginario de niños y grandes crezca inusitadamente. En el bar, un logrado homenaje a Charles Chaplin y al cine mudo, es en donde el grupo logra ajustados ritmos internos. Seguramente, con el correr de las funciones será posible ajustar, fundamentalmente, las transiciones entre cada Mimodrama, para así también precisar el contacto emocional con el público. Es probable que algunos aspectos relacionados con la iluminación también deban ser revisados sobre todo en El Sueño y La Sombra, donde se requiere un trabajo técnico lumínico de suma precisión para lograr consolidar el misterio que implican ambas propuestas.
Invitamos a chicos y grandes a sumarse a las nuevas funciones de “EnSueños” para jugar y sorprenderse, pero también para develar juntos cuál es la magia del séptimo ilusionista oculto en este espectáculo.