Comienzan las clases: ideas para incentivar proyectos escolares

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Comienzan las clases y el tren carga sus vagones con todo el entusiasmo de los primerizos, el embrollo de gastos y requisitos, las expectativas de los que siguen subiendo los peldaños de la escolaridad, amistad, aprendizajes y todo lo que ya sabemos relacionado al ciclo. Pero hay un vagón al que pocas veces prestamos atención, y cuando queremos cargarle alguna ocurrencia, resulta que han pasado un par de meses y nos dicen que el tren ya está en marcha a plena velocidad y no es posible detenerlo para sumar equipaje. Es el vagón de las oportunidades.

Como papás y docentes sabemos qué cosas nos quedaron por hacer y cuáles no han funcionado el año anterior, pues bien, es el momento de decirlas antes de tropezar con la misma piedra o de abrir las cortinas a esa ventana que el sistema insiste en mantener cerrada, o de crear una puertaventana.

Mis columnas apuntan a la promoción de la lectura y sobre ese tipo de posibilidades quiero ahondar, pero el vagón de las oportunidades está abierto a todos los otros cambios positivos que puedan sumarse: proyectos de ciencias, ambientales, artísticos, de convivencia, etc.

La clave es expresarlos a tiempo con espíritu colaborativo.

Siempre tengo presentes las palabras de la directora de un colegio que me dijo: “El sistema somos cada uno de nosotros y lo que hacemos de él”,  y con esta frase se terminó la excusa de que no se pueden hacer cosas nuevas porque no está en los estatutos. Entonces, bajo esa premisa siempre tiro semillas, algunas logran germinar.

Una de las cosas que debemos preguntar en las reuniones es qué se hace con las cajas de libros que envía el Ministerio de Educación de la Nación, que son libros seleccionados entre los  recomendados de la literatura Infanto-juvenil  y adquiridos a las editoriales, por lo tanto, son iguales a los que podemos comprar en las librerías y en muchas ocasiones permanecen impecables año tras año en las vitrinas de un mueble de la dirección. Ya sea que los ejemplares hayan sido enviados por algún organismo o adquiridos por la institución, deben cumplir su rol en prácticas concretas de lectura.

 

Los libros son como pájaros que cantan cada vez que son leídos, de nada vale tenerlos enjaulados por el temor a que vayan a perder alguna pluma en su vuelo.

La lectura es una de aquellas actividades que nos define por lo que somos frente al resto de los seres vivos, es una actividad que por lo general comienza a adquirirse muy lentamente desde temprana edad y se mantiene de por vida, es decir que no se pierde con el tiempo, y enseñar a los chicos a cuidar un libro porque después tiene que llevarlo otro compañero es un aprendizaje más que viene de yapa, y sirve para otros ámbitos de la vida.

Hay varias opciones para movilizar las bibliotecas y sumar ejemplares, bibliotecas áulicas, bibliotecas de recreo, bibliotecas ambulantes, biblioteca de los viernes; los mismos chicos pueden aportar ideas para adaptar la circulación de los libros a la conveniencia del grupo.

Los docentes pueden iniciar o finalizar una jornada leyendo, un cuento, una poesía, un párrafo que sea como un caramelito de un frasco lleno y que deje con ganas de más. Lo que no es posible es no hacer nada al respecto.

Otro buen tema para tocar en las primeras reuniones y que suscita extensos debates entre padres y maestros, es la utilización de los textos en las actividades de gramática. Particularmente considero conveniente  que utilicen material de la literatura infantil para el trabajo pero pienso que descuartizar el mismo texto repetidas veces en busca de artículos, sustantivos, adjetivos, adverbios, puntos, comas, etc; hacen que el niño comience a detestarlo.

Sencillamente podrían utilizar textos breves y diversos para cada actividad. Sé que a los docentes se les indica que un mismo texto puede utilizarse reiteradamente para distintos objetivos, pero un chico puede llegar a aborrecer a Manuelita por tener que leerlo una y otra vez durante varias semanas para diferentes tareas. Creo son prácticas simples de modificar y que colaboran a que los niños no sientan rechazo hacia lectura.

Siempre es factible aportar ideas nacidas de la experiencia propia y de otros, sólo comunicándonos podemos hacer que todo sirva para sumar.

Hay escuelas que cuentan con proyectos de promoción de la lectura que incluyen el teatro, con lectura de obras y realización escénica o visitas a presenciar el espectáculo. Otros trabajan con libros de determinado autor de la provincia y luego lo invitan a una jornada en la que los chicos interactúan con él. También se realizan jornadas de lectura y comunidad. Música y literatura se combinan perfectamente para encontrar las palabras que habitan la poesía de sus letras. El dibujo y la caricatura son un anzuelo para la producción y lectura de historietas.

Hay muchas posibilidades para incorporar la palabra que hace que nuestros niños puedan disfrutar de la lectura placentera, la que va volando como un globo sujeta a la mochila porque no entra en el cuaderno de tareas, la palabra que es levadura para su imaginación y le muestra otros mundos y le propone nuevos viajes.

Aprovechemos que aún el tren no ha salido del andén y sumemos ideas al vagón de las oportunidades.

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Analía Juan
Mamá de Mateo, un angelito que la cuida, y de María Celeste y Ana Victoria; gracias a ellas descubrió el camino de la literatura infantil, fue poner un pie y ya no quiso salirse de esa senda. Cree profundamente en el potencial creador de los niños y siente que leerles cuentos y poesías es otra forma de acariciar. Escritora, docente y Coordinadora de Talleres de Literatura para niños y adultos en Jesús María y Colonia Caroya, Córdoba, Argentina. Como Coordinadora de talleres literarios para chicos, ha conseguido que sus alumnos se destaquen, obteniendo en varias oportunidades primeros puestos en concursos nacionales como el destacado Concurso Literario Nacional “¿Quién apaga las estrellas?” del Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.

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