Taller literario: ¿Cómo es escribir con niños y niñas?

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Escribir jugando, riendo. Escribir como una canilla que se abre de golpe. La imaginación fluye, hace un charco sobre un papel, la juntamos, le damos forma para que no termine como agua que se va por el resumidero. Otras veces la canilla gotea de a poquito, palabras en gotas se acercan formando versos, un arroyito de poesía.

Así es escribir con niños. No se cómo será en otros talleres literarios, pero así es en el que yo conozco. Sobre todo, escribimos riendo.

Este año, cinco de los cuentos que enviamos al 6to Concurso Nacional de cuentos para chicos y chicas ¿Quién apaga las estrellas? resultaron premiados, y creo que es resultado del acto de escribir con alegría y con un trencito largo de cuentos leídos durante el taller. Y digo durante el taller porque no todos tienen hábitos lectores en la casa, algunos chicos sólo tienen contacto con la literatura en el marco del taller, con la seño de los cuentos, como dicen a veces.

La imaginación desborda en la infancia, pero los adultos tienen mucho que ver en su valoración. A veces no es fácil para un chico exponer una idea que se le ocurre para escribir un cuento, un poco porque le parece que nunca podría estar a la altura de un escritor de libros, otro porque sabe que la mirada de los adultos es seria y tal vez aburrida, y otro tanto porque en varias ocasiones le han dicho que se la pasa inventando pavadas. Y si nos ponemos a pensar, para nosotros mismos, como adultos, tampoco es fácil andar batiendo las imaginaciones frente a otros.

Por otro lado, crear una historia en la mente es una cosa, sentarse a escribirla, es otra. Hagan la prueba y verán. Escribir una historia ficcional requiere muchas más herramientas que la lectoescritura. Por eso muchas veces, cuando le dicen a un niño: “Está genial esa historia que inventaste, dale, sentate y escribilo”, hasta ahí llega el cuento y nunca se concreta.

No se trata de escribir por ellos, se trata de acompañarlos, transcribiendo en blanco sus borradores, haciéndole notar las palabras repetidas, los tiempos verbales (ya sabemos que escriben en pasado y de repente pasan al presente o al futuro y vuelven al pasado en un tris).  Más aún si recién están desarrollando la escritura, su imaginación es gigante pero como recién están aprendiendo a construir oraciones, se les hace un embotellamiento en la cabeza y la puerta de salida es muy estrecha. Allí es donde se necesita un adulto.

Hubo un tiempo en que Borges a causa de la ceguera no escribía los cuentos de su puño y letra, los dictaba. ¿Alguien puede dudar de su autoría? Entonces, ¿ por qué un niño de seis años que apenas escribe palabras sueltas no puede ser el autor de un cuento fantástico que le dictó a un adulto?

Cuando ese niño o niña tenga la edad suficiente para escribir con fluidez, ya ni se acordará de aquella historia, y si algo llega a recordar definitivamente, ya no será la misma.

Acompañar y valorar, creo que ahí está la clave.

Para nosotros, ganar un concurso literario es algo hermoso y ya he escrito sobre lo que repercute en la autoestima. Pero más allá de los concursos, siempre debe mantenerse en ejercicio el proceso creativo y la posibilidad de concretar algo, porque hoy sirve para escribir un cuento pero en el futuro, quién sabe…

 

 

 

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Analía Juan
Mamá de Mateo, un angelito que la cuida, y de María Celeste y Ana Victoria; gracias a ellas descubrió el camino de la literatura infantil, fue poner un pie y ya no quiso salirse de esa senda. Cree profundamente en el potencial creador de los niños y siente que leerles cuentos y poesías es otra forma de acariciar. Escritora, docente y Coordinadora de Talleres de Literatura para niños y adultos en Jesús María y Colonia Caroya, Córdoba, Argentina. Como Coordinadora de talleres literarios para chicos, ha conseguido que sus alumnos se destaquen, obteniendo en varias oportunidades primeros puestos en concursos nacionales como el destacado Concurso Literario Nacional “¿Quién apaga las estrellas?” del Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.

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