¿Qué hay detrás de un niño feliz?
Detrás de un niño feliz, o más bien al lado de un niño feliz, hay un adulto que acompaña, que guía, que alimenta su cuerpo y alma, saludablemente. Hay contención, espacio para el juego, la diversión, y también para el aburrimiento que estimula la creatividad y abre paso a la imaginación.
Hay un adulto que satisface sus necesidades más importantes con esmero y dedicación, un adulto que también sabe establecer límites cuando es necesario, que brinda libertades, pero que cuida y vela por la integridad y el desarrollo emocional de su hijo.
Detrás de un niño feliz hay tiempo dedicado, compartido, para aprender cosas nuevas, para transitar de la mano, día a día, la maravillosa aventura de crecer, de vivir.
La sonrisa de un niño realmente feliz no conoce de soledades profundas, de postergaciones, de abandono de cualquier tipo. Por detrás y al lado de un niño feliz, están esos padres o adultos tutores que tratan de brindar infancias luminosas, a pesar de aquello que el mundo les ha sacado de a poco a los niños: el tiempo con sus adultos cuidadores, por la situación laboral de sus padres u otros factores, los espacios necesarios para su socialización (parques, plazas) por donde circular con libertad y seguridad, las veredas y los juegos colectivos que otras generaciones tuvieron la oportunidad de experimentar, entre tantas otras cosas.
Detrás de un niño y al lado de un niño feliz, hay fundamentalmente un adulto que ama a su niño o niña por sobre todas las cosas, y que es capaz de darle el mejor de los tesoros en tiempos rápidos y convulsionados: tiempo para estar, para disfrutar, para compartir, tiempo para amar.